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Miércoles, 06 de Junio de 2012 11:13

Las Etapas del Raulismo.-

Esta secuencia, programada por Raúl para encabezar la sucesión primero y la transición después, pudiera ser una explicación plausible al apoyo de la Iglesia y el Papa en persona al partido comunista cubano, previendo un final a medio plazo. Sin embargo, hay aspectos de este razonamiento que no “cierran” de la manera que deberían

Las Etapas del Raulismo

Jorge Hernández Fonseca

3 de Abril de 2012

La problemática cubana se presenta cada vez más interesante. Todos recordamos como hace unos pocos años, cuando el dictador cubano Fidel Castro presentó los primeros síntomas de decrepitud, desmayándose primero en un acto público en El Cotorro y cayéndose estrepitosamente después en Santa Clara. Se comenzó a hablar entonces de la disyuntiva entre una sucesión dinástica dentro de la familia Castro y una transición a la democracia, en los cánones de los países civilizados, discutiéndose los pros y los contra de esas alternativas.

Raúl como sabemos, tuvo una sucesión dinástica de primera, haciendo un “aterrizaje suave”, posibilitado por la dilatación del tiempo en que estuvo, como sustituto primero y después como titular --hasta hoy-- pero siempre con la presencia y el apoyo de su hermano mayor tras bambalinas. Este proceso mejor no hubiera podido ser programado y ha sido todo un éxito.

Sin embargo ahora, después de haber demostrado que la variante exitosa sería la sucesión dinástica, Raúl pretende incursionar en el proceso de transición. Es extraño que uno de los principales líderes del desastre socialista, sea precisamente el hombre que pretende encabezar una transición al capitalismo, no tanto a la democracia, como realmente debería ser.

Se induce que Raúl pretende ahora una transición, después de una sucesión exitosa, por varias acciones que se ejecutan en paralelo y de manera evidente a saber:

  • Se realizan cambios al capitalismo, que si bien de inicio son tímidos, no cabe dudas de sus objetivos son de comenzar a hablar en Cuba del tan temido y odiado ‘mercado’;
  • Un grupo de exiliados cubanos de Miami (no de Madrid ni de Ciudad México, de Miami mismo) se han agrupado para crear una corriente de apoyo a la transición raulista basado en el “borrón y cuenta nueva”, algunos de ellos arriesgando capital en el empeño. Pocos de estos cubanos son sospechosos de ser castristas;
  • La Iglesia Católica de Cuba, encabezada por su principal dirigente, el Cardenal Jaime Ortega, propugna en la Habana por una política de apoyo a los cambios de Raúl y ha comprometido una buena parte de los feligreses y la jerarquía católica en el camino raulista de la transición;
  • El Papa Benedicto XVI, representando no ya a la Iglesia Católica Cubana, sino también a la Iglesia Católica Apostólica y Romana, si bien no ha comprometido su apoyo formalmente a Raúl y sus cambios, ha dado el espaldarazo internacional que se precisaba de parte de alguien de alto prestigio y representación;
  • El esfuerzo de los países del ALBA para garantizar a Cuba en el seno de las reuniones Cumbres de las Américas, si bien no consiguió el objetivo en su primer intento, logró introducir el tema en la discusión presidencial, en presencia del presidente de EUA. Es una manera de invitar a Raúl a hacer apertura política, de forma disimulada;

Así las cosas y visto con una perspectiva mayor, se pudiera decir que los planes de Raúl están enmarcados en tres grandes etapas:

  • La primera etapa (la actual) donde Raúl y sus generales hacen evidente el fracaso del esquema anterior, sin criticar a Fidel ni al marxismo, pero sustituyendo a todos los hombre fieles a su hermano, eliminándolos de los cargos de importancia e introduciendo cambios en el esquema económico, que acercan al país a una economía de mercado, tímidamente de inicio, pero sin alternativas ‘socialistas’ reales;
  • La segunda etapa vendrá a la muerte de Fidel. En esta etapa no quedará “títere con cabeza” entre las huestes del dictador mayor y aunque habrá entierro grandioso y mausoleo “de aquellos”, los caminos al capitalismo se abrirán totalmente, implantando en esta etapa medidas que en la primera etapa no se hacen por respeto o Fidel. En esta segunda etapa también podría sobrevenir cierta apertura política, de inicio administrada por la policía política, y cuyo alcance es imprevisible;
  • La tercera etapa sobrevendrá a la muerte del propio Raúl, momentos en que todo el proceso de transición por él encabezado puede romperse en pedazos, en función de la división existente en el seno del estado y el partido comunista cubano. Dependiendo de como Raúl y sus generales consigan administrar la segunda etapa, en esta tercera etapa se abriría el campo de la política y podría conseguirse una transición ordenada hacia la democracia. La duración de esta etapa dependerá de lo que suceda en las altas esferas del poder, pasadas las primeras semanas después de la muerte de Raúl.

Esta secuencia, programada por Raúl para encabezar la sucesión primero y la transición después, pudiera ser una explicación plausible al apoyo de la Iglesia y el Papa en persona al partido comunista cubano, previendo un final a medio plazo. Sin embargo, hay aspectos de este razonamiento que no “cierran” de la manera que deberían;

  • De ser cierto lo antes expuesto, lo que realmente pretenden los hermanos Castro, convictos del fracaso de su revolución, es morir en el poder y permitir que sus familias se distribuyan y repartan lo que solamente pertenece al pueblo cubano. ¿Serán sus enemigos acérrimos los que propiciarán este final? ¿Es ético y justo propiciarlo?
  • ¿Es razonable dar esa oportunidad a un equipo de gobierno que sabidamente destruyó el país y que de esta manera escaparán de la necesaria justicia?
  • ¿Cuál será el papel de los millones de cubanos exiliados obligadamente; de los cientos de miles de cubanos presos durante largos años en las mazmorras castristas; de los familiares de los casi 10 mil fusilados injustamente?
  • ¿Habrá impunidad para la policía política y para las turbas de respuesta rápida, que ahora mismo golpean mujeres y encarcelan personas decentes e indefensas?

La oposición política cubana de dentro y fura del país carece de las fuerzas necesarias para detener un proceso de este tipo, o para cambiar el curso de los acontecimientos, en función de que, no solamente el Vaticano lo ha bendecido, sino que grandes sectores bi-partiditas en EUA verían de buena gana una solución del “problema cubano” encabezado por Raúl y sus generales. Ello garantizaría dos aspectos básicos para la seguridad nacional de EUA: primero, impediría un éxodo balsero incontrolado hacia EUA y segundo, daría garantías de que el narcotráfico no se apoderaría de la isla, si ocurre un vacío de poder sin las fuerzas armadas raulistas, ya que la oposición actual no está preparada para enfrentar una situación de ese tipo.

Mientras tanto toda una pléyade de patriotas cubanos de dentro y fuera de la isla nos apresuramos a ver “los toros desde la barrera” ¿Qué hacer para evitar el casi seguro “segundo tratado de París” que se cierne sobre nuestro futuro?

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Última actualización el Miércoles, 06 de Junio de 2012 11:14
 
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Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 18 de Septiembre de 2011 19:47

Corrupción en Brasil: Un análisis.-

Detrás de la denuncias de corrupción en Brasil, hay intereses vinculados al castro-chavismo interesados en que la actual presidenta, Dilma Rousseff, no haga un buen gobierno y no pueda cristalziar como una opción para un segundo mandato enla presidencia


Corrupción en Brasil: Un análisis

Jorge Hernández Fonseca

 

18 de Septiembre de 2011

 

La corrupción, como se sabe, no es una característica exclusiva de los países sub-desarrollados, como tampoco es un atributo endémico de los países en desarrollo. La actual crisis económica mundial, focalizada básicamente en Estados Unidos y Europa, se debe --en lo fundamental-- a “decisiones inapropiadas” (para no mencionar la palabra corrupción) del alto mando de grandes empresas financieras del Primer Mundo, que tuvo necesidad de mandar para la cárcel a verdaderos canallas, que simplemente estafaron a sus clientes basado en la confianza de que disfrutaron grandes bancos y empresas del sector financiero en EUA y la UE.

 

En este sentido, Brasil no escapa del uso abusivo del poder económico y sobre todo, del poder político que se concentra en determinados funcionarios en todos los niveles de decisión con acceso a las finanzas. Adicionalmente, los políticos, como categoría de funcionarios públicos con acceso a fuentes casi inagotable de recursos, se caracterizan --a lo largo y ancho del mundo (desarrollado y menos desarrollados)-- como siendo foco potencial de corrupción.

 

Una vez hechas estas salvedades, se pretende analizar un fenómeno que viene ocurriendo en Brasil desde la toma de posesión de la actual presidenta Dilma Rousseff. El fenómeno se conoce interna y externamente como “limpieza ética”. Esta ‘limpieza’ es caracterizada por la sustitución de ministros (ya son 5 los ministros sustituidos en menos de 9 meses) acusados de corrupción o de violaciones de la ley, inadmisibles en funcionarios con un alto cargo público.

 

Sin embargo, determinados padrones en el procedimiento general seguido en cada una de las sustituciones ejecutadas, sugiere la intervención de factores ajenos al entorno cercano de la actual presidenta, interesados en el accionar de la misma contra determinados ministros, todos militantes de los partidos que forman la coalición gobernante, pero ninguno de ellos ¡sorpresa! del Partido de los Trabajadores, ‘PT’, o de alguno de los partidos menores de izquierda.

 

La coalición que gobierna Brasil actualmente tiene dos grandes partidos que llevan el peso fundamental en el soporte político del gobierno: el PT, ya mencionado, de la presidenta Dilma Rousseff y el PMDB, Partido del Movimiento Democrático Brasileño, de tendencia centrista. Fuera de estos dos partidos, otras agrupaciones políticas menores con tendencias de centro o de centro izquierda. Los partidos de la extrema izquierda brasileños están en la oposición, porque argumentan que tanto Lula como Dilma “vendieron el Brasil al capital internacional”.

 

Históricamente, desde el gobierno de Lula da Silva (donde también la coalición gobernante era soportada por el PT y el PMDB) existía una lucha interna entre sectores del PT y los ejecutivos del PMDB y de otros paridos de la coalición que ocupaban cargos en gobierno. Esta lucha ocasionó una gran crisis política en el primer mandato de Lula da Silva, que le costó el cargo al principal ministro de Lula y a toda la cúpula del PT, acusados entonces de corrupción.

 

Esta lucha hoy continúa, sobre todo por parte de sectores de la extrema izquierda dentro y fuera del PT, en parte como revancha por lo ocurrido en el episodio mencionado antes, en parte inconformes con la designación de Dilma Rousseff para encabezar la elección presidencial representando al PT, decidido en la época por Lula y cuestionado por estos sectores reveldes. En este análisis se supone que los sectores mencionados antes son los que, aprovechando las características éticas de la actual presidenta, siembran en la gran prensa brasileña acusaciones fundamentadas, colocando a Rousseff ante hechos consumados, que no le dejan alternativas.

 

Entre los grupos interesados en torpedear el accionar actual de la presidenta brasileña están los representantes informales en Brasil del Socialismo del Siglo XXI, amigos de Hugo Chávez y partidarios del patrono de todos ellos, Fidel Castro. No es difícil ver la mano peluda de estos sectores revanchistas, interesados en que la actual administración sea vista como siendo eminentemente corrupta, encabezada por una presidenta inexperta y extremista.

 

Es evidente que los que se benefician con el estado de cosas inestable dentro del gobierno pretenden inviabilizar desde ahora la posible candidatura de Dilma Rousseff a la presidencia de Brasil dentro de 3 años, trabajando un tema que simultáneamente perjudica al PMDB –que es presentado como un partido “corrupto”-- y por decantación, permite al PT posicionarse como el “representante ético” dentro del gobierno, (cosa difícil, por el escándalo que barrió su cúpula).

 

La oposición política brasileña, si bien se beneficia con este estado de cosas, no se presenta como promotor de las acusaciones de corrupción contra los ministros de Rousseff. Trata de mover mecanismos para intentar crear comisiones de investigación que pondrían al gobierno en evidencia, pero sin la señal característica de quien ha provocado la complicada situación actual.

 

La corrupción lógicamente es un tema sensible a la población de todos los países. Es por eso que ha sido el tema escogido para torpedear a la actual presidenta, sabiendo además que es una mujer “durona” y que difícilmente va a transigir con lo mal hecho. Rousseff no se ha cansado de decir públicamente que el objetivo de su gobierno “no es la lucha contra la corrupción”, aunque aclara que debe ser “una tarea diaria de todo gobierno”. Sin embargo, las denuncias de fuentes no identificadas continúan en la prensa del gigante sudamericano con sospechosa selectividad y con la frecuencia típica de un plan maestro detrás del procedimiento.

 

Este mismo mecanismo se viró como boomerang contra sus ejecutores durante el primer gobierno Lula, costándoles caro. Actualmente, pudiera repetirse la historia con consecuencias más devastadoras para el gobierno del PT, si finalmente el PMDB se aleja de la coalición gobernante y decide apoyar otro candidato que no sea del PT en las próximas presidenciales, cosa que ya comienza a materializarse parcialmente en la próxima elección para alcaldes. Sería una victoria de los sectores que ahora torpedean a Rousseff, restándole apoyo. Pero sería el fin de los gobiernos del PT, porque sin el PMDB la izquierda brasileña no regresa a la presidencia.

 

Algunos de los sectores interesados en no dejar gobernar a Dilma Rousseff serían partidarios de la presencia (nuevamente) --en la próxima boleta presidencial del PT-- de Lula da Silva en las elecciones presidenciales del 2014. Como se sabe, Lula durante sus mandatos apoyó la dictadura de Fidel Castro en Cuba y fue muy permisivo con los desmanes contra la democracia de Chávez en Venezuela, cosa que Dilma Rousseff no ha hecho. Sin embargo, la práctica de desprestigiar al PMDB es la peor manera de llamar a Lula da Silva a una candidatura presidencial en lugar de Rousseff, porque ni Lula ni Dilma alcanzarían el alto escalón sin el apoyo del mayor partido de la escena política brasileña, blanco de ataques en esta estrategia.

 

Internamente no está clara la posición de Lula da Silva respecto a este tema. Da Silva cuando gobernó se mostró mucho más “político” con los ministros de otros partidos y más “permisivo” con ciertos procedimientos, lo que ahora no muestra Dilma Rousseff. Parece claro que Lula no forma parte de este grupo de francotiradores, interesados más en desestabilizar la administración Dilma, que en luchar verdaderamente contra la corrupción de “los otros”.

 

Toda lucha contra la corrupción siempre es bienvenida. En Brasil sin embargo, es la máscara tras la cual se ocultan intereses que pretenden crear una atmósfera de inestabilidad con vistas a catapultar a la presidencia del mayor país latinoamericano –quien sabe-- si a uno de los representantes del castro-chavismo --o como mínimo-- imponer a Lula de nuevo, admirador del dictador cubano y de Hugo Chávez. Esta dupla no se ha cansado de intervenir en otros países del área, para asegurar el triunfo de la izquierda carnívora latinoamericana creada por ellos.

 

 

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Última actualización el Domingo, 18 de Septiembre de 2011 19:50
 
EUA APOYA EL ACUERDO LOBO-ZELAYA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 23 de Mayo de 2011 11:35

El secretario de Estado de Barack Obama para América Latina, Arturo Valenzuela (foto), aseguró que el pacto firmado entre el presidente hondureño y su predecesor es "enormemente positivo". Colombia acercó a las partes

Crédito foto: Reuters

 

El acuerdo favorece la reincorporación de Honduras a la Organización de Estados Americanos. El organismo multilateral había suspendido al país tras el derrocamiento de Zelaya en 2009. Este domingo 22 de mayo, la firma del acuerdo entre Lobo y ex mandatario modificó el panorama regional.

La reunión entre Lobo y Zelaya se desarrolló en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias y contó con la presencia del canciller venezolano, Nicolás Maduro, y del mandatario local, Juan Manuel Santos, quien fue responsable de las gestiones para que el acercamiento se concrete.

El pacto pone fin a meses de disputa internas, al tiempo que abre las puertas para que la OEA readmita a Honduras tras su suspensión. El secretario general del organismo, José Miguel Insulza, dijo que informará este lunes al Consejo Permanente, y su admisión podría ocurrir a principios de junio, cuando se celebre la Asamblea General. Además, los presidentes de Nicaragua, Guatemala y El Salvador preparan una petición conjunta para solicitar el reingreso de Honduras al organismo.

De ese modo, Lobo verá consumada una de sus máximas aspiraciones de gobierno; mientras que Zelaya, que desde su caída se encuentra exiliado, volverá a su país libre de los varios procesos judiciales que lo perseguían. El regreso del ex mandatario está pautado para el próximo sábado 28, día en que sus seguidores prometieron esperarlo con una gran movilización.

La mediación de Colombia también se planteó con el objetivo de trabajar para que gobiernos como el de Hugo Chávez en Venezuela, o el de Evo Morales en Bolivia, entre otros, accedan a reconocer nuevamente a Honduras en el organismo internacional.

Última actualización el Lunes, 23 de Mayo de 2011 11:37
 
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Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 13 de Febrero de 2012 19:14

2012: La estrategia de Brasil en Cuba.-

Tomar posiciones dentro de la isla ahora, que la proximidad de ambos gobiernos lo permite, para una vez que se produzca “el cambio ineludible”, estar posicionados produciendo dentro de la isla lo que Brasil mejor sabe producir: productos agrícolas, como soya, frijoles y granos en general, así como azúcar de caña y etanol, este a la espera de la muerte del dictador, que como se sabe es enemigo ideológico de la conversión del azúcar en alcohol.

 

La estrategia de Brasil en Cuba
Jorge Hernández Fonseca

28 de Enero de 2012

El Brasil contemporáneo, considerado uno de los países emergentes por excelencia, en función de su sistema político democrático y su economía pujante --que ya desplazó al Reino Unido del sexto lugar entre las potencias económicas, y avanza a pasos agigantados para desplazar a Francia de la quinta posición-- como sabemos, es una nación gigantesca, con inagotables recursos territoriales, humanos, económicos, energéticos e hídricos, reconocido como un país pacífico, que ha aceptado finalmente un liderazgo latinoamericano que antes porfiaba en rechazar.

Por todas estas razones es que Brasil ha establecido una estrategia de inserción pro-activa en el contexto internacional. Este nuevo enfoque de la política exterior brasileña, en lo que respecta a Cuba, se inició durante el primer gobierno de Lula da Silva. Inicialmente, la base de la estrategia del gobierno brasilero de entonces fue netamente política: apoyar a Fidel Castro y su gobierno, visto desde la izquierda brasileña en el poder como una probable base de sustentación de la isla, para apoyarla en la “lucha” frente al “enemigo imperialista” basado en un pueril anti-norteamericanismo propio de naciones menos responsables.

Sin embargo, la flamante “revolución cubana” se ha depauperado de tal manera en los últimos años, que ya nadie duda dentro del gobierno brasileño del estrepitoso fracaso del castrismo y su modelo, que hasta el propio autor ha rechazado porque “no funciona”. En vista de esta realidad tangible, la diplomacia carioca ha establecido otra estrategia, esta vez de tipo comercial. Tomar posiciones dentro de la isla ahora, que la proximidad de ambos gobiernos lo permite, para una vez que se produzca “el cambio ineludible”, estar posicionados produciendo dentro de la isla lo que Brasil mejor sabe producir: productos agrícolas, como soya, frijoles y granos en general, así como azúcar de caña y etanol, este a la espera de la muerte del dictador, que como se sabe es enemigo ideológico de la conversión del azúcar en alcohol.

Esta estrategia se confirma con la primera gran inversión brasileña en Cuba: la modernización del puerto de Mariel, uno de los más cercanos (sino el más cercano) a los Estados Unidos. La lógica brasileña es la siguiente: cuando se produzca en Cuba el “gran cambio”, los EUA serán los principales socios comerciales de la isla y por el puerto (brasileño) de Mariel, será por donde se exporten los productos cubanos (y brasileños) hacia el mayor mercado comprador del mundo, sin aranceles, sobre todo en la primera etapa, donde Norteamérica se verá impelido a suprimir los impuestos naturales de importación (para ayudar la reestructuración de la isla) y así los empresarios cariocas producirán en la “plataforma” cubana, aprovechando las ventajas.

Esto significa que la visita de Dilma Rousseff a Cuba tiene un sentido estratégico, no sólo ya para la izquierda fidelista brasileña, sino también para la élite empresarial y agrícola del gigante sudamericano, que espera de esta visita el estrechamiento de los lazos con la dictadura actual para facilitar ahora sus inversiones. Pero Rousseff enfrenta también un reto difícil: no contradecir demasiado a la oposición cubana, porque todo el esfuerzo inversionista actual pudiera venirse abajo si la gobernante brasileña no diera un “guiño” cómplice a la oposición. Este guiño será dado tomando a Yoani Sánchez como base, a la que Brasil dio la visa y la que probablemente le será permitido viajar, por intercesión presidencial a puertas cerradas.

No es mi objetivo analizar aquí si la estrategia brasileña conviene o no a la oposición política cubana, en su justa lucha por llevar la democracia para la isla. Sólo quiero poner en claro para todos algo que surge de los hechos, con vistas a que se pueda tener una visión más perspectiva de los acontecimientos por venir, para no aguardar que ellos nos sorprendan.

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Última actualización el Lunes, 13 de Febrero de 2012 19:18
 
La Cuba de Raúl y la hoja de ruta china. PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 27 de Mayo de 2011 13:46

Por Jorge Hernández Fonseca

Es una verdadera tristeza para los cubanos contemplar como el futuro de Cuba se delinea a partir del criterio de quienes han hundido la isla en el fondo de un abismo, deportando, fusilando y encarcelando a lo mejor de la sociedad cubana de los últimos 50 años.


La Cuba de Raúl y la “Hoja de Ruta” china

Jorge Hernández Fonseca


15 de Mayo de 2011


Se especula en medios académicos que los “cambios” que patrocina Raúl van en la misma dirección que los efectuados antes en China. A pesar de las diferencias entre ambos países --y sobre todo-- de ambas economías, Cuba y China tienen en común el punto de partida para efectuar los cambios: el marxismo. Esto nos da una pista de cuál sería su futuro y de cuales serían las probables etapas a ser recorridas en este camino iniciado por el raulato, que no solamente implicará mejoras económicas, sino también en los traumas sucesorios de un gobierno ilegítimo que ha declarado: “lo que tomamos por la fuerza, por la fuerza tienen que quitárnoslo”. Resulta interesante estudiar el contexto en el que Raúl promueve sus cambios.


El presidente norteamericano Barack Obama --envuelto en el inicio de una campaña para su reelección-- acaba de calificar de “insuficientes” los cambios patrocinados por Raúl. Sin embargo, este calificativo incluyó algunas consideraciones de las que se desprende que el ejecutivo estadounidense espera mejores momentos para “retomar” las relaciones con la isla.


Efectivamente, ni Europa (léase España) ni Estados Unidos --por razones diferentes-- quieren ahora un cambio de gobierno en Cuba, aunque desearían un mayor respeto por los Derechos Humanos, mejora democrática en los asuntos del gobierno, así como mayores libertades civiles, pero sin traumas que afecten el estatus migratorio actual con EUA, o los negocios con España.


Europa en general –y España en particular-- atraviesan un momento complicado desde el punto de vista económico. Cualquier movimiento en Cuba que implique la pérdida de los intereses españoles en la isla --actualmente en sociedad con los hermanos Castro-- agravaría la precaria situación económica ibérica, cosa poco conveniente para los Estados Unidos, también en situación de recuperación económico-financiera, porque de alguna manera la retomada europea forma parte de los planes de recuperación norteamericana, por su fuerte relación comercial.


Con relación a China y sus cambios, igual que hizo Raúl ahora, juró que los mismos se restringirían a la esfera económica, y solamente en aquellos campos en los que no pudiera afectar la “conciencia comunista” de su sociedad. En realidad China ha atravesado tres grandes etapas desde entonces: primero, introdujo reformas tímidas en los sectores económicos que no consideraba ‘estratégicos’; segundo, admitió plenamente el capitalismo en toda su economía y tercero, admitió a los capitalistas dentro del partido, renunciando al marxismo. Cada una de las etapas ha sido producto de los éxitos de la etapa anterior, que no fueron programadas de esa manera. Hoy día China planea enfoques democráticos dentro de sus estructuras de gobierno.


El futuro de los cambios en la isla pudiera seguir el mismo patrón chino, aunque es importante analizar algunas características diferenciales. En China, el empeño para mantener el gobierno en manos del actual partido tiene bases asociadas a la importancia que China tiene hoy en el concierto de las naciones y no es basado en preceptos marxistas, ya derrotados. En Cuba, las razones que se argumentan para mantener el poder en manos del partido comunista están fuertemente relacionadas con los postulados marxistas-leninistas (el “retroceso al pasado”) y de un enfermizo sentimiento anti-norteamericano que ya la población cubana actual no comparte.


Otra diferencia importante en la dinámica que seguirá la sociedad cubana actual, comparándola con la china, es que en el caso asiático el peso de la oposición política a la dictadura quedó focalizado en la isla de Taiwán, sin representantes internos de peso. En Cuba, con más de 20% de la población exiliada y con una representación opositora notable dentro de la isla, renacida ahora con el martirologio de Orlando Zapata primero y de Juan Wilfredo Soto recientemente.


Las exiguas perspectivas de desarrollo dentro de los cambios implantados por Raúl ahora, tomará un impulso a la muerte de Fidel, tal y como sucedió en China a la muerte de Mao. Sin embargo, la lucha por el poder entre las distintas facciones chinas posteriores a la desaparición física del “gran timonel” --que pudieron ser sorteadas en el gigante asiático de manera poco traumática-- tendrá una dinámica diferente en Cuba. La lucha por el poder en la isla tendrá más posibilidades de convertirse en una guerra civil entre facciones, de imprevisibles consecuencias.


Los grupos principales en lucha por el poder dentro de Cuba no representan más que cultos a las personalidades de sus líderes. No hay como en China las pugnas entre los que representan los intereses de los capitalistas emergentes y su clase media empresarial, y los que representan los intereses de los millones de campesinos miserables procedentes del interior del país, usados como mano de obra barata dentro de las grandes ciudades ahora industrializadas.


La lucha en Cuba será de los hombres de Raúl contra los hombres de Fidel, lucha que ya comenzó con las bajas a lo largo de estos años de los jóvenes (y viejos) reclutados por el mayor de los Castro con el objetivo de substituirlo. Los hombres de Raúl han actuado de manera radical y no se espera que hagan menos cuando el mayor de los Castro haga mutis definitivo del panorama político cubano. Si en China fue relativamente fácil neutralizar a “la banda de los cuatro”, en Cuba las cosas pueden tomar un cariz que llevaría a la ingobernabilidad.


Sin embargo, si bien es verdad que a la muerte de Fidel pudiera pensarse en una situación más o menos caótica, también es real que la larga enfermedad del mayor de los Castro ha posibilitado a Raúl tomar posiciones de manera efectiva en todo este tiempo, lo que pudiera sortear este momento a favor suyo y sin mayores traumas. No obstante, a la muerte de Raúl, por las condiciones de su sucesión, sí que sería inevitable una catástrofe entre los muchos pretendientes a sucederle.


El gran reformador de la sociedad china, Deng Tsiao Ping, supo imponer un mecanismo administrativo eficiente en la alta dirección del partido, del cual surgieron secretarios generales eficientes y poco endiosados, que se sucedieron de manera efectiva sin traumas políticos o deseos de retorno. Raúl hasta ahora no ha procedido de igual manera. Por lo que se percibe, además de sus seguidores incondicionales, los generales de su ejército, no hay señalización más que hacia la vieja guardia “de la sierra”, cosa que podría estar siendo impuesta por Fidel. Por otro lado, Raúl nunca tuvo dotes de gran reformador y no va a ser ahora que los descubra.


Desde el punto de vista internacional, EUA no quiere cambios drásticos que creen en Cuba un vacío de poder por miedo a una ola migratoria y/o a la toma de posiciones del narcotráfico en la isla. España por su parte rechaza cualquier cambio que implique poner en peligros sus intereses económicos (turísticos) compartidos en sociedad con los hermanos Castro.


Asemejando a lo sucedido en China, pudiera esperarse estabilidad dentro de la isla con cierta mejora económica hasta la muerte de Fidel, cuando habrá traumas más o menos serios. En secuencia, si la muerte de Raúl se produce en un plazo corto después de faltar Fidel, ahí sí pudiera sellarse una crisis que decretaría el fin de la dictadura, quiera EUA o no, quiéralo España y/o la Unión Europea o no, con la probable intervención de fuerzas “de paz” extranjeras.


Es una verdadera tristeza para los cubanos contemplar como el futuro de Cuba se delinea a partir del criterio de quienes han hundido la isla en el fondo de un abismo, deportando, fusilando y encarcelando a lo mejor de la sociedad cubana de los últimos 50 años. Pero es más triste todavía contemplar como nuestros aliados democráticos naturales (EUA y España) nos dan la espalda en este postrer momento por razones asociadas a sus (legítimos?) intereses pero que ahora nos sitúan en lados opuestos de la lucha política dentro e la isla, porque el castrismo en cualquiera de sus formas, es inaceptable para cualquier cubano digno que se respete.


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