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Dima Rousseff ha saltado al ruedo para retomar el control de la agenda electoral y política que se le estaba yendo de las manos (caída en las encuestas, divisiones en su coalición, escándalos y rumores sobre falta de apoyo a su candidatura). El efecto de sus últimos anuncios es una incógnita aún pero al menos la presidenta ha hecho acto de presencia y ha desvanecido la idea de que el regreso de Lula da Silva para sustituirla era factible.
(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. El momento de reaccionar, al no haberlo hecho antes, parece el idóneo, una vez pasado el Carnaval y la Semana Santa y cuando aún queda más de un mes para el inicio del Mundial.
Y además cuando las encuestas muestran una bajada de Rousseff que aunque se mantiene como la clara favorita para ganar su reelección, ya algún sondeo muestra que podría haber segunda vuelta.
Según esa encuesta de MDA, un 37% de los consultados tienen la intención de votar por Rousseff, frente al 43,7% alcanzado en febrero.
El principal rival de Dilma, Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), tuvo un apoyo de 21,6% en la encuesta, creciendo 4 puntos. Eduardo Campos, candidato del Partido Socialista de Brasil, también avanzó levemente a 11,8% desde un 9,9% de febrero.
“Por primera vez vemos fuertes avances para la oposición”, ha comentado Marcelo Costa Souza, encuestador de MDA.
Y cuál ha sido la reacción de Dilma antes este cúmulo de malas noticias: reagrupar a las huestes y lanzar un paquete de medidas para favorecer a las clases populares y a las clases medias.
La reagrupación de las huestes
El panorama en estos primeros cuatro meses de 2014 era preocupante para el oficialismo.
Dilma Rousseff aspira a la reelección para el periodo 2015-2018
El PT parecía cada vez más alejado de la presidenta (y añorando los tiempos de Lula) y el PMDB se encontraba dividido y fracturado y un ala en franca rebelión contra el gobierno.
Incluso, una de las fuerzas de la coalición, el Partido de la República, pedía directamente lanzar la candidatura de Lula y no la de Dilma.
Saltando abiertamente al ruedo, Dilma ha alejado la sombra del “volta de Lula” logrado reagrupar a sus partidarios. El primero en acudir en sostener a la presidenta ha sido el hombre a quien le debe el cargo, el expresidente.
Luiz Inacio Lula da Silva fue el encargado de disipar rumores al afirmar que la actual presidenta buscará su reelección en los comicios de octubre próximo por el Partido de los Trabajadores (PT). Lula instó a la militancia y aliados de esta agrupación a dejar de gastar fuerza con los llamados de “vuelva Lula” y respaldar la reelección de Rousseff.
“Hay que dejar de imaginar que hay otro candidato del partido para las elecciones presidenciales de octubre y cuando jugamos con esto damos ventaja de nuestros oponentes”, subrayó.
En segundo lugar, el segundo pilar en el que se apoya su proyecto es el partido oficial, el PT que a través de su líder, Rui Falcao, formalizó la precandidatura de la presidenta brasileña: “No hay tarea más importante que conseguir, en las urnas, un segundo mandato para la compañera Dilma (Rousseff)… Otro mandato será mucho mejor que el actual, con nuevos avances y oportunidades y se implementarán reformas estructurales urgentes y esenciales”.
“Hay que dejar de imaginar que hay otro candidato del partido para las elecciones presidenciales de octubre y cuando jugamos con esto damos ventaja de nuestros oponentes”, ha dicho Lula
Además, el resto de fuerzas de la coalición oficialista ha mostrado su fidelidad al proyecto que encabeza Dilma. Se trata del PMDB, PSD, PTB, PCdoB, PP, PROS, PTC y PTN.
La única excepción ha sido el PR. La semana pasada, Bernardo Vasconcellos, líder del Partido de la República (PR), publicó una foto de Lula en la sede del partido y dijo a los medios: “No es que no la queramos (a Rousseff); queremos a Lula”.
La reconquista de los sectores populares y de las clases medias
Dilma Rousseff además ha anunciado un amplio paquete de medidas económicas de corte claramente electoralista para no dejar escapar el voto de las clases populares y volver a enamorar a las clase medias.
Ante la caída en las encuestas (por primera vez alguna señalan que habrá segunda vuelta) y los traspiés políticos (pelea con el PMDB, escándalo de Petrobras), el pasado 1º de mayo Dilma anunció un aumento del gasto público para los sectores populares, vía Bolsa Familia, y un recorte de impuestos para las clases medias.
Dilma Rousseff fue elegida por primera vez en 2010
En realidad, nada nuevo bajo el sol en periodo electoral.
La presidente anunció que, como consecuencia de la tasa de inflación, subirá un 10% el monto de la asistencia que alcanza a 36 millones de personas con menos recursos, lo que implicará que la ayuda pasa de R$213 a R$234 mensuales, un costo que anualizado implica R$3.600 millones más para las arcas públicas.
Dirigido a las clases medias, Dilma Rousseff anunció, además, una modificación para el cálculo del IRPF (impuesto a la renta de las personas físicas) del 4,5%, es decir, los montos imponibles fueron corregidos al alza para el pago del impuesto.
Todo este esfuerzo se va a producir en un momento delicado para las arcas brasileñas (que padeció un déficit fiscal del 3,2% en 2013) y puede estimular la inflación que se situó en el 5,9% en 2013.
Sobre el alcance de las medidas no existe acuerdo. El analista político Kennedy Alecar señalaba que Dilma hizo una inteligente jugada porque si “la oposición critica el reajuste del Bolsa Família,queda mal ante los beneficiados. Si elogia, llega atrasada”.
Pero otros analistas, como Eleane Cantanhede, son muy excepticos en cuanto a los beneficios que para Dilma traígan estas medidas: “¿Alguien cree que Dilma puede ganar un solo voto de la clase media con esta medida electoralista? ¿Alguien cree que puede ganar un solo voto más de los sectores populares? ¿El capital gustó del discurso? No, solo vio más gastos y más inflación”.
El Mundial, una trampa envenenada
Lo cierto es que el camino que le espera a Dilma de aquí a las elecciones de octubre no se plantea fácil. El Mundial de fútbol no va a ser un momento tregua y unidad nacional en pos de conseguir una nueva copa.
Todo lo contrario. Brasil estará bajo la atenta mirada del mundo con el temor de que se comentan errores y fallos en la organización del evento. De producirse no solo serán un golpe a la imagen y credibilidad como país de Braisl sino que afectará internamente.
El Mundial de fútbol se desarrollará en los meses de junio y julio
Además, las protestas regresarán, como lo hicieron durante la Copa Confederaciones poniendo en aprietos al ejecutivo.
Sobre todo porque la apuesta es mantener el orden, lógico al albergar un fenómeno mediático mundial, pero que puede dar lugar a incidentes.
La presidenta brasileña garantizó la plena seguridad durante el Mundial de fútbol que Brasil organizará entre el 12 de junio y el 13 de julio y descartó la posibilidad de que algún episodio violento pueda afectar al evento.
“No hay la menor hipótesis de que el Gobierno tolere cualquier violencia. No vamos a dejar que el Mundial sea contaminado. Se trata de un momento importante para el país”, aseguró la mandataria.
El operativo planeado por el Gobierno brasileño para garantizar la seguridad del Mundial 2014, que prevé la movilización de 170.000 policías y soldados e inversiones por 1.900 millones de reales (unos 801 millones de dólares).
En la operación participarán 150.000 miembros de los diferentes cuerpos de policía y de las Fuerzas Armadas, así como 20.000 agentes de seguridad privada que actuarán dentro de los estadios.
Ganar el Mundial puede acabar resultando muy caro, incluso políticamente para Dilma.
INFOLATAM
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Crédito: AFP
