La primera quincena del mes de diciembre va a resultar clave para el futuro de dos procesos de integración: para Unasur y para la Comunidad de Naciones Iberoamericanas. En lo que respecta a la cumbre de Unasur en Ecuador, esta aspira a ser la que marque un nuevo comenzo para este foro de integración sudamericana.
(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. Unasur no atraviesa su mejor momento y ha perdido mucha de la fuerza que le caracterizó en la segunda mitad de la década pasada. Allí protagonizó actuaciones muy relevantes como en la crisis boliviana de 2008 o en durante las recurrentes tensiones entre Hugo Chávez y Álvaro Uribe.
“La Cumbre extraordinaria de Santiago supuso el primer desafío concreto para Unasur, que fue superado de forma exitosa. Los mandatarios allí presentes abordaron de un modo realista la crisis boliviana, intentando resolver o encauzar el contencioso de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que en Bolivia se juegan importantes cuestiones, no sólo para el futuro y la integridad de Bolivia, sino también para la propia estabilidad de América del Sur. Desde esta perspectiva fue clara la apuesta por el mantenimiento del statu quo y la defensa de las autoridades legítimamente elegidas”, comentaba Carlos Malamud en un Informe de 2008 para el Real Instituto Elcano.
Si embargo, desde el comienzo de la nueva década las señalas de debilidad de Unasur se han ido sucediendo. Situación que admiten los propios líderes del foro de integración.
El Presidente de Ecuador, Rafael Correa, confirmada esta situación, y esta sensación, en 2013: “El proceso de integración se desaceleró, en parte, fruto de la restauración conservadora (el avance de la derecha), porque había gobiernos que no querían acabar el proyecto de integración a nivel de Unasur e hicieron integraciones alternativas”.
Analistas, como el propio Carlos Malamud, apuntaban hacia dónde estaba el problema estructural: “¡Cómo deben estar las cosas para que Rafael Correa haya dicho que el proceso de integración regional encarnado por Unasur se estaba desacelerando! Por supuesto que a la hora de señalar culpables y responsabilidades optó más por buscar la paja en el ojo ajeno que en el propio, salvo en aquello que no puede controlar, como la muerte, a la que llamó mala suerte. Eso fue, ni más ni menos, lo que supuso la desaparición de Néstor Kirchner y Hugo Chávez: mala suerte. Por lo demás, lo evidente es que hoy encontramos “países que no tienen el mismo entusiasmo, la misma convicción” respecto a la integración regional que la que tenían en el pasado”.
Cuáles han sido las causas de este decaimiento de Unasur.
Ha habido una pluralidad de causas.
Los presidentes de Brasil, Bolivia y Venezuela
En primer lugar, los dos líderes que empujaron el proyecto y que tuvieron una visión de caracter continental (Lula da Silva y Hugo Chávez) ya no están al frente de sus naciones.
Dilma Rousseff no tiene el mismo protagonismo a escala internacional que su antecesor y, tras el fallecimiento de Chávez, Venezuela se encuentra sumida en una profunda crisis política y económica.
En segundo lugar, Unasur ha carecido de una figura con peso específico propio al frente de su secretaría general desde que muriera Néstor Kirchner en 2010, algo que ahora tendría con la llegada de Ernesto Samper.
Y en tercer lugar, las intervenciones de Unasur en conflictos como “el golpe en Ecuador” en 2010 o la destitución de Fernando Lugo en Paraguay (2011) no se saldaron con los éxitos cosechados en otras mediaciones.
Como señala Daniel Kersffeld, “a partir de lo sucedido en Ecuador primero y luego en Paraguay, pueden verificarse las potencialidades y logros de la UNASUR, pero también sus fracasos y debilidades. La resolución de conflictos en los que esté en juego la plena vigencia de la democracia y de los derechos ciudadanos, debería ser asumida como una premisa que vaya más allá de los circunstanciales encuentros presidenciales en los que -si bien se realiza un fundamental acto de legitimación y de respaldo al gobierno amenazado- por otra parte, no dejan de exhibirse las limitaciones de un sistema que reconoce este tipo de conflictividad una vez que ya ha comenzado a desarrollarse, con el enorme gasto de recursos que implica, además, la organización y concreción de un encuentro de altísimo nivel en un período de tiempo realmente escaso”.
Los pasos hacia la reactivacion
Vista esta coyuntura, la cumbre de Guayaquil y Quito llega cargada de grandes expectativas para repotenciar Unasur.
Sampr, secretario general de Unasur
Ya ha habido acciones puntuales con alto grado de significación.
Se ha inaugurado la nueva sede de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en el Municipio de Pangua, provincia de Cotopaxi (centro andino).
Un moderno edificio de unos 20.000 metros cuadrados, enclavado junto al complejo “Mitad del Mundo”, que se ha construido con un costo de 43,5 millones de dólares.
Y se ha elegido un nuevo secretario general. “Ya vamos a tener edificio nuevo y ya hay un nuevo secretario del organismo (el expresidente colombiano Ernesto Samper), entonces como que está tomando nuevamente impulso la integración”, comentó Correa.
Precisamente, el nuevo secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, el colombiano Ernesto Samper, expresó su confianza en que la cumbre que el organismo celebrará esta semana marcará “un nuevo amanecer” para los proyectos integracionistas del bloque: “Puede convertirse en un relanzamiento de Unasur”.
Son tres los pilares en los que se va a sostener ese renacimiento:
En el aspecto económico, la prioridad es la mejora de la competitividad. Para Samper los países suramericanos “no tienen que salir a buscar posibilidades de desarrollo en otras partes del mundo, pues las oportunidades están aquí”.
Ernesto Samper: “La cumbre puede convertirse en un relanzamiento de Unasur”
Otro punto “fundamental” en los horizontes de la Unasur es la reducción de las desigualdades.
“El problema fundamental ya no es solamente la reducción de la pobreza, sino también la reducción de las desigualdades”, pues Suramérica “es una región desigual” y eso debe ser asumido en las más altas esferas políticas, indicó. Según Samper, “la tarea es encontrar fórmulas concretas para reducir esa desigualdad”, que se manifiesta entre clases sociales, pero también entre las ciudades y el campo y hasta en asuntos de género.
Sobre la agenda política, Samper admitió que hasta ahora ha sido “tal vez la más importante” para el organismo y subrayó que “Unasur va a seguir actuante y vigilante en todos los casos en que se pueda comprobar que hay una amenaza de ruptura del orden democrático”.
Sin embargo, para algunos analistas, como Andrés Malamud, los problemas de Unasur residen en que asoira a ser una cosa (un proceso de integración) pero en realidad es otra muy distinta. Y de esa contradicción difícilmente puede salir nada estable y duradero.
Para Andrés Malamud, “la UNASUR no es un proceso de integración, aunque la palabra esté mencionada en el tratado constitutivo. Su principio rector es el “irrestricto respeto a la soberanía, integridad e inviolabilidad territorial de los Estados”, y soberanía irrestricta es lo contrario de integración. UNASUR constituye un foro de concertación política en el que estados soberanos dialogan y coordinan pero no se funden. Integración es fusión de soberanía: perder la capacidad de actuar sólo… los verbos que utilizas lo expresan con claridad: busca, busca, busca, quiere. Retórica, no integración”.
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